VALIDACIÓN DE LAS LAGRIMAS TRISTES



Es válido dejar escapar las lágrimas cuando borbotean en el pecho como un preso que clama por su inocencia ante una condena injusta.

Es válido que caigan sin poner resistencia, sin interrumpir su camino hasta aplastarse en el piso, explosión salada de desgarros infinitos, que estrangulan la mente y que una vez liberada, es mucho más que un caudal de agua que corre por senderos dibujados.

Golpear, maldecir, gritar, vituperar, arremeter, señalar, patear, liberar, redimir, matar, o revivir  morir de súbito, lágrimas que caen, cadenas que rompen.
Es válido sentir el calor en la cara, dejar que el agua corra libre por el rostro y que el mar de fluidos se mezcle con la locura, la frustración, las traiciones y las palabras nunca pronunciadas.  Que el desamparo nos cobije y que la tristeza sea la  protagonista en drama fluvial de un solo acto.

Es válido el explotar de la garganta y el golpeo de los puños antes de volver a vivir,  escuchar el sonido interminable del gemido;  lenguaje extraño nunca antes conocido  y descubierto “in fraganti” solo en los momentos de la más terrible desesperación.

Es válido sentir que el equipaje se hace más ligero, que la espalda duele menos y el alma pesa más, no importa si se convierte el cuerpo en un desierto, si el llanto agota las reservas y las lágrimas hacen chapotear las reflexiones; las rectificaciones y ahoga las disculpas.

Lágrimas benditas que lavan cualquier superficie, manantiales diminutos de diáfanas miradas, expresión salina del más hondo pesar.
Sustitutos perfectos de palabras no encontradas, de frases incompletas, de minutos perdidos.

Desengaño, mentira, angustia, verdad, silencio, muerte, todas tienen un mismo final… las lágrimas.

Flujo de sangre transparente.

Es válido dejar escapar las lágrimas, nublar la vista, humedecer el tiempo, gemir para decir, llorar para callar, llover para nacer.

No hay comentarios:

Publicar un comentario