ODA A UN ESPEJO

ODA A UN ESPEJO AMIGO

Creo que las calles deberían tener espejos en cada intersección, deberían existir espejos de cuerpo entero en cada espacio que ocupe el ser humano; nada más honesto que un espejo de cuerpo entero, sin nada más que reflejar que un reflejo; sin fingimientos, sin hipocresías, sin cumplidos, sin preámbulos sin photoshop y sobre todo sin palabras. Una imagen vale más que mil palabras ¿No era así la frasecita?
Por eso amo los espejos, porque son el único instrumento que existe capaz de decir la verdad siempre, no importan las plastas de maquillaje caro o barato, ni las mascarillas de aguacate ni los tratamientos contra el acné, las cremas aclarantes, el botox, cremas reafirmantes o retardadores de la edad.
Sin una sola palabra, al final del día o al principio según se quiera, la verdad siempre está a la vista, descarnada, la verdad completa, no medias verdades, no verdades disfrazadas o mentiras piadosas; ah maravillosos espejos!, con su silencio gritan más que un desfile de manifestantes izquierdistas, y que con una dulzura aprendida en actos reflejos ven mas allá de lo que se quiere ver; lo que ves es lo que hay, no hay más, sin piedad, sin palmadas de promesas en la espalda, sin comentarios posteriores, sin conclusiones, sin bienvenidas, ni despedidas forzadas y sobre todo, puntuales; nunca llegan tarde, siempre están ahí cuando uno no los necesita.
¡Oh maravillosos espejos!, desde el más elegante en la mesa de noche de la más encumbrada desgracia, pasando por el burdo carnaval de quinta que refleja nuestros rostros desfigurados, de una casa de la risa que por unas cuantas monedas es capaz de convertir la más encantadora de nuestras expresiones, en crueles imágenes cargadas de distorsionada realidad. Qué decir del diminuto espejo de la amante sin nombre, en donde las negras lagrimas han sido borradas una y otra vez para cerrarse de nuevo y abrir paraísos comprados de “quinientos mas el cuarto mi amor”.
¿No hay espejos en tu casa? Preguntan unos, ¿No te has visto en un espejo? Cuestionan otros, “pregúntale a tu espejo” recomiendan los más sensatos, “Nunca quiebres un espejo” advierten previendo una desgracia; pequeños lagos pétreos en donde hasta el perro de las dos tortas sucumbió; oráculos multiformes testigos de tantas muertes, vanidad de vanidades; quizá todos deberíamos llamarnos Narciso.
¡Quién tuviera la sensatez y la cordura de los fieles espejos! que nunca hacen preguntas, que con un solo reflejo desencadenan cascadas de respuestas; quien ¡tuviera esa sabiduría! ¡Quien pudiera ser tan sabio como para recibir preguntas y saber acariciar con sus respuestas!, ¡quien pudiera copiar tan perfectamente una sonrisa o ser testigo mudo de tantas confesiones. Quien pudiera ver el corazón como lo hace un espejo. Duelo a muerte, mudo dialogo que con tan solo un paso lateral puede abrazarte o escupirte; intercambio de abyección o de dulzura que en un solo momento puede dar o quitar, afirmar o desengañar, levantar o pisotear, condenar o redimir.
¡A espejito espejito! ¿Quién es el muchachito más bonito?... silencio, nada, cero, mutis.
Respuesta silente que rompe tus silencios, reflejo nítido que rompe tu opacidad, par de ojos que miran a tus ojos; testigos de cargo que no esconden la evidencia, mirada más allá de la ropa, puñetazo transparente, escalofrío cristalino, acusador matinal, confesor nocturno, estuche de máscaras, discreto verdugo, congelador de sangre, implacable jurado.
¿Quién puede escapar a tu verdad?, cara lavada de realidad, recordatorio perpetuo de noches no dormidas, removedor de manchas, reconstructor de rostros nunca vistos, testimonio en plata de risas arrancadas, pedazo de perfecto comunista, en donde nadie es más, en donde nadie es menos.
Quien pudiera construir tantos espejos como para que cada mundo se volviera un laberinto en donde solo la verdad es la salida. 
Quien pudiera transmutarse en reflejo, y dejar de vivir en el reino del revés, ver solo una versión, la verdadera; la que nadie conoce, la que murmura por lo bajo, la que llora por dentro con alaridos mudos, y que salpica con la lluvia que acontece en cada corazón.
Por eso te respeto espejo mío, porque tu si eres valiente yo… no.
HF

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