LO POLÍTICAMENTE CORRECTO




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Hay ocasiones en que el reflejo en el espejo no es tan claro como parece, tal pareciere que de cuando en cuando, ambos lados tuvieran que ser presentados por primera vez en un amable gesto de correcta caballerosidad. Usted sabe, lo “Políticamente correcto” dirían los que no saben. Y cito a los que no saben porque los que saben, ni siquiera se detienen a pensar si lo correcto es POLÍTICAMENTE corre
cto… saben de ante mano que NO lo es. Porque lo correcto NO es político. Lo correcto simplemente ES.
Ya me veo saludándome a mi mismo con un fuerte pero hipócrita apretón de manos y poniéndome a disposición para lo que se me ofrezca, ¿Como dijo usted que se llamaba? …Perdone… ¿me repite su nombre por favor? Mi mismo claro! Mucho gusto en conocerte, tenía la impresión de haberte visto en algún lugar pero ahora que escucho tu nombre… Sì, si claro por supuesto que te recuerdo!
Que hay de nuevo? Francamente… nada. Desde la última vez que nos vimos frente a frente hace diez minutos… nada.


Es breve el reflejo de mi espejo, breve pero espeso, no miente, tampoco habla, solo observa, fiel observador del tránsito interminable de la super carretera que lleva a la apariencia… de parecer yo mismo.
Debo reconocer sus virtudes. Constancia, seriedad, adaptabilidad, discreción pero sobre todo, fidelidad; que bueno saberle ahì cuando le necesito!



Pero es injusto, lo “Políticamente correcto” es lo suyo, no se compromete mas allá de su contraparte, en el otro lado del reflejo es donde está el problema, en el otro lado la brevedad no existe, ni tampoco la constancia ni la seriedad, ni la adaptabilidad, no hablamos de la discreción y ni que decir de la fidelidad, mi reflejo simplemente es. Profesional del plagio, imitador perfecto, que no se compromete, que su pensar nunca se verá en entredicho porque sus palaras nunca serán suyas sino del autor intelectual y material de su existencia. YO, que a veces debo hablar cuando no quiero, que a veces participé en cosas solo por compromiso, que a veces sonreí como payaso de circo cuando por dentro ni siquiera me reconocía, que a veces tantas veces, no fui yo. Por eso
A veces hubiese querido ser reflejo.
Héctor Flores
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